Solo habían transcurrido dos embriagadoras y agotadoras noches tras la boda, cuando nuestra luna de miel se vio súbitamente interrumpida por la declaración de guerra del Sultanato Sarránida. Casi a regañadientes, tuve que dejar el lecho nupcial para afrontar una nueva campaña.
El mariscal me había hecho llamar, y volvió como siempre a encargarme tareas de poca monta, como proveer de carne al ejercito en campaña, que se dirigía a Halmar. Mientras se sucedían los combates en torno a la ciudad, me encargué de evitar que otros ejércitos enemigos pudiesen llegar como refuerzo a los ejércitos sarránidas en combate.
Lo cierto es que no tuve siquiera que combatir, porque la mayoría de las huestes sarránidas estaban muy debilitadas, todas tenían entre treinta y no mas de cincuenta hombres, y huían ante mi presencia mientras desplazaba mi ejército de 90 soldados en torno a Halmar.
Poco tiempo después, los ejércitos Rhodoks estaban asaltando los muros de Halmar, y mientras tanto yo recorría el territorio enemigo en busca de una fortaleza lo suficientemente debilitada para asaltarla. Lo conseguí finalmente con el Castillo Distar, situado en la parte mas oriental de Calradia, junto a la ciudad de Tulga, tras una corta pero relativamente cruenta batalla en los muros del castillo.
En ese momento, tras serme concedido el castillo de Distar como feudo, los otros dos reinos, Nords y Vaegirs, declararon la guerra al Reino Rhodock.
Estábamos quizás en un serio aprieto, enfrentados con tres reinos simultáneamente. Pero observé con curiosidad que los ejércitos de los otros dos reinos estaban en las mismas condiciones que los de los sarránidas. Sus nobles no podían reunir ejércitos personales de mas de 40 o 50 hombres, y la mayoría de las veces ni siquiera eso. Supuse que tras tantos meses de combates casi continuos entre los otros tres reinos, sus reservas humanas, la capacidad de reclutamiento de levas frescas, se había agotado.
Los rhodoks, en cambio, habían alternado sus campañas con largos periodos de paz, y ahora contaban en general con una superioridad numérica importante. Tras capturar Halmar, los nobles rhodoks asediaron en seguida Uxkhal y Praven, que estaban en poder de los nórdicos.
Si bien en Uxkhal fueron rechazados, ocasión que aproveché yo para, tras la partida de los otros ejércitos rhodocks, capturar la ciudad tras un intenso aaslto. Uxkhal era por fin mía, y confiaba en que el Rey Graveth me la concedería como feudo personal por mis importantes esfuerzos en la campaña.
En ese momento el mapa de Calradia había cambiado sustancialmente, el verde parecía imponerse por todas partes.
Pero mis expectativas de recibir la ciudad de Uxkhal como feudo personal se vieron frustradas cuando el Rey me dio calabazas.
En ese momento sentí bullir la ira en mis venas. Lo cierto es que no estaba todavía suficientemente preparado para afrontar los peligros de una rebelión contra mi señor feudal. No había afianzado aún mi relación con los otros nobles del reino, no al menos como habría deseado. Pero, por otro lado, me parecía muy injusto que se me negase aquel añorado trofeo como premio a mis esfuerzos. Y también resultaba un tanto preocupante la preponderancia que estaba alcanzando el Reino Rhodock como principal potencia de Calradia.
Si, lo reconozco, hice lo último que deseaba en ese momento, me revelé contra mi señor y ne quedé con la ciudad, mis dos castillos, y sus aldeas dependientes. Nombré a mi esposa como administradora, y envié en seguida a Nizar con una propuesta de paz para el rey Graveth.
Aunque éste se negó a darme tratamiento real, convino en firmar una tregua con mi naciente reino. Los rhodocks continuaban en guerra con los otros tres reinos, y comenzaban a sentir el agotamiento de los esfuerzos bélicos. Los nobles enemigos realizaban razzias contra las aldeas rhodocks, y por lo que pude averiguar, el rey Graveth deseaba ya firmar una paz honrosa con alguno de ellos.
Conseguida pues sin contratiempos la anhelada tregua, ante mi pequeño reino se presentaba un periodo de paz que yo iba a aprovechar para fortalecer aldeas y la ciudad de Uxkhal que, como supe tras hablar con el maestre del burgo, era la penúltima de toda Calradia en términos de prosperidad.
Mis aspiraciones eran las de ser un rey justo y pacífico. Mis ambiciones a largo plazo son imponer una autentica paz, la Pax Calrádica, en todos lados. A corto plazo, en vez de llevar una política agresiva y de conquista, quería ampliar mis territorios de forma pacífica y diplomática.
Mi primer paso fue entregar dos feudos menores, las dos aldeas mas alejadas de mi reino, a dos nobles que habían acudido a mi tras pelearse consecutivamente con todos los reyes de Calradia. No espero que estos nobles sean demasiado leales o permanezcan fieles durante demasiado tiempo, pero necesito mientras tanto algunos adalides que puedan acompañarme en caso de guerra.
El segundo paso, ayudar a las aldeas en torno a Uxkhal, cuya propiedad pasó a ser mía, para intentar asegurar su prosperidad. Con mi ayuda en muy pocos días la aldea de Ibirán pasó de muy pobre a normal, lo cual ha sido un éxito inesperado y considerable. Encargué la construcción de puestos de correo en casi todos mis feudos, y comencé a hacer acopio de alimentos y bebidas en el castillo de Uxkhal para futuros banquetes en los que afianzar mi relación con mis futuros vasallos, y también comencé a reforzar la guarnición de la ciudad.
El tercer paso: intentar convencer al conde Matheas de que se uniese a mi. A fin de cuentas, es el padre de mi esposa, la reina consorte y administradora de mi reino, y el abuelo de mi futuro heredero, al que yo me he propuesto convertir en el primer soberano de un Imperio Calrádico nuevamente unificado.
Me dirigí pues a Veluca y, tras ganar el torneo de esta ciudad por tercera o cuarta vez (no sé porque pero en Veluca siempre gano el torneo XD) me dirigí al conde Matheas en estos terminos:
-Mi apreciado suegro -le dije, tras tantearle un poco acerca de su opinión sobre su señor el feudal (del que sabía que no estaba en muy buenos términos)-. Os pido que os unáis a mi; juntos gobernaremos la galaxia como yerno y suegro.
Bueno, en realidad no fue esto lo que le dije exactamente XDD
Lo cierto es hice un discurso improvisado sobre la paz y la prosperidad que podíamos conseguir juntos para toda Calradia, pero su respuesta fué inicialmente como un jarro de agua fría para mis aspiraciones.
-Mi apreciado y muy querido muchacho -me contestó-, todo lo que habláis sobre la paz a mi me importa un bledo. Nací con un caballo entre las piernas y una espada en la mano, y confío en morir de la misma manera. Además, ahora mismo vos no estáis en condiciones de protegerme en caso de guerra. Pero... ¿sabéis que os digo? que me la suda; de algo se tiene que morir, os apoyaré y os juraré lealtad como mi legítimo rey.
Me dieron ganas de abrazar al buen viejo, que siempre me había caído estupendamente (relación +64). Casi sin pensar, le dí en feudo la aldea de Chaeza como recompensa por su apoyo. En este momento mi reino se había incrementado notablemente, con la adición de Veluca y las cuatro aldeas dependientes de ese burgo.
¿Que sigue? Mi propósito es aprovechar la paz para acercar a mi causa al resto de la familia del conde Matheas, si bien en este caso creo que no va a ser tan fácil. Estoy ganándome poco a poco la voluntad del hermano del conde Matheas (que es el señor de la ciudad de Yalen) y de hijo de este (el flamante señor de la ciudad de Halmar) pero mi relación con ellos no es tan buena como con la de mi suegro (+9 y +3 respectivamente)
No voy a empezar guerras de conquista, no de momento. Si algún reino me declara la guerra tengo intención de mantener una estrategia puramente defensiva: no voy a tomar fortalezas, sino a atacar sus ejércitos separadamente, antes de que ellos se reúnan en grandes contingentes y nos derroten; liberaré a los señores con los que tengo buena relación y meteré entre rejas
sine die a los que me odian, e intentaré convencer mientras tanto a los nobles con los que me encuentre a que se unan a mi bando (por familias enteras si es posible)
No creo que sobreviva si me ataca mas de un reino a la vez, pero eh, y lo divertido que va a ser XDD
PS: ¿alguna idea para mejorar mi relación con la parentela del Conde Matheas? Porque ahora mismo enviando cartitas y demás (algo indigno para un rey) no es que se consiga sumar demasiados puntos a la relación.