La Historia de la Humanidad en M&B

Mis dies, buen señor. Muy interesante la historia del cobardonazo Jadar. Estoy deseando ver cómo será capaz de manejarse cuando lleguen los invasores Romanos

Enserio amo lo que estas haciendo muy buena idea y muy original así además aprendemos historia que siempre viene bien
Pongo my espada a su completa disposición mi señor , no enserio si necesitas ayuda dilo

Muchas gracias por vuestros comentarios. Este es un proyecto que aunque lo disfruto muchísimo a veces se hace algo pesado y los comentarios son una inyección de ánimos! Gracias!

Y seguimos con el tercer capítulo, que me ha gustado especialmente a la hora de escribirlo
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   La casa de Ambollo olía a madera. No era un simple montón de piedras con un techo de paja. Tenìa multitud de figuras de madera, tenía adornos en todos los rincones y un toro dibujado con sangre en la pared principal. Aunque el antiguo líder de la aldea intentaba mostrarse encantador ante los aldeanos, Magilo se preguntó si la sangre del dibujo no había pertenecido antes a sus esclavos.

   - Yo tendría cuidado de no acomodarme mucho - Ambollo iba de un lado a otro agitado, intentando recuperar todo lo que podía. No tardó en fatigarse. Era demasiado mayor como para ser líder en una sociedad guerrera -. Es difícil llegar a este lugar, pero más complicado mantenerse en él.
   - Demasiado tiempo te has mantenido tú, viejo – Magilo ocupó el mayor asiento de la sala para potenciar su insulto.
   - Y tú poco, y bien poco que durarás – Ambollo señaló fieramente a su sucesor para esconder su fragilidad tras un muro de voluntad -. ¿Cómo liderarás? ¿Qué harás por ejemplo con el asunto de los romanos?

   Jadar se preocupó al escuchar esa última palabra. Hasta el momento había estado divagando por la sala, se había agenciado una coraza circular y un casco íbero de cuero. Pero había oído cosas de los romanos que no los diferenciaban mucho de los demonios y decidió prestar atención a la conversación. De pequeño había oído cuentos que relataban a las niñas para estimularlas en la tarea de zurcir las pieles donde narraban cómo los romanos azotaban de igual forma las pieles de los esclavos en lugar de las de los animales.

   - ¡Qué se pudran! – Magilo golpeó el suelo fuertemente con el pie -. ¿Qué me importan a mí los romanos? Bien se pueden hundir en nuestras fosas de mierda.
   - ¡Claro que sí! – Ambollo se indignó visiblemente -. Habla así delante de ellos y la aldea arderá en dos días, gran comienzo de tu liderazgo sería ese.
   - ¿Qué quieres que diga de los romanos si ni se aparecen por aquí? – Magilo torció el gesto, no esperaba tener que dedicarse tan pronto a tareas políticas. Ni siquiera había regado todavía su cuerpo con cerveza para celebrar la victoria.
   - Y claro que no se aparecen – el anciano sacó pecho -. Gracias a mí que mantuve la cordialidad con ellos.
   - ¿Llamas cordialidad a trabajar para ellos? – los dos hombres se giraron hacia Jadar, que había decidido romper su silencio -. Muchos de los caballos que he criado han venido a llevarse, y serán animales pero hasta sus ojillos mostraban preocupación al marcharse con los romanos. Y la hija del olivero dice que otro tanto de aceite se llevan de vez en cuando. Y eso son cosas que se pueden reponer, pero, ¿qué es eso de entregarles nuestros niños por no sé qué ley romana que no entiendo? Demasiada cordialidad me parece.
   - Y demasiado larga tiene la lengua tu hermano, Magilo – Ambollo negó con la cabeza.
   - Y sincera – el hermano mayor defendió al menor -. Yo por esos motivos y otros que podría añadir no pocas veces he querido aplastar cabezas romanas.
   - Y por eso me preocupo – Ambollo puso el gesto más tierno que pudo, su larga y blanca barba contribuyó bastante al resultado -. Sé de tu posición hacia Roma, pero no puedes decidir la muerte de todos nosotros, no debes. ¿Qué harás?
   - ¿Y qué voy a hacer? – Magilo refunfuñó, estalló toda su furia en forma de grito contra el techo -. Seguiremos como amigos de Roma, ¿qué otra cosa podemos hacer? Y ahora, ¡fuera de mi hogar!

   Ambollo retrocedió, agradecido. Se marchó satisfecho de aquella primera conversación. Intentar influenciar más a Magilo podía ser arriesgado. Magilo podía ser más hábil con las manos, pero la edad dotaba de mayor eficacia a la lengua, y ya tendría más ocasiones de usarla. Si tenía paciencia.

   - Sabia decisión, hermano – dijo Jadar una vez Ambollo había abandonado la estancia -. Pero, ¿también le dirás eso a los hombres de Viriato?
   - Los hombres de Viriato no vendrán – afirmó Magilo más relajado, se recostó en el asiento -.
   - Dejaron de hacerlo ante las repetidas negaciones de Ambollo, pero en cuanto sepan que hay un nuevo líder, volverán – Jadar rebuscó entre las espadas de Ambollo, se preguntó si tendría que volver a usar una pronto, y contra quién.
   - No será necesario – el hermano mayor se levantó y se acercó a Jadar, puso una mano en su hombro -. No hará falta que vengan a preguntar. Tú les enviarás la respuesta directamente.
   - ¿Yo? – el joven no se sintió muy afortunado ante tal tarea -. ¿Qué he de decirle?
   - No hará falta palabras – la sonrisa de Magilo se tornó algo siniestra -. Yo lideraré aquí, y tenderé la mano a Roma, como lo hace un amigo. Esa es mi tarea, y mi responsabilidad. Y mientras, tú, hermano, buscarás a Viriato y le darás una respuesta cuando pida nuestra colaboración. Esa respuesta será en forma de cabezas romanas.

   Jadar palideció, se le cayó la falcata de la mano causando un gran estruendo en la sala. Era un ruido no menor que el que hacía en aquel momento su corazón, asustado ante su nueva responsabilidad.

Este nuevo capítulo era incluso mejor que el anterior muy bueno

Gracias por tu comentario tonielpro7!!!! Seguimos avanzando contra Roma!!
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El resto del viaje fue tranquilo y no hubo encuentros con los romanos. En parte, gracias al conocimiento local del terreno que les permitía avanzar por senderos desconocidos para sus enemigos. En parte, porque un pequeño grupo avanzando con la protección de la oscuridad de la noche es difícil de interceptar. También tuvo su parte de culpa las oraciones a los dioses en las arboledas sagradas. Y por supuesto también que ya se encontraban en territorio dominado por Viriato en el que Roma ponía sus pies con sumo cuidado. Las únicas disputas que hubo en el grupo eran sobre el reparto de los conejos recién cazados, y sobre cómo debían cocinarse. Y por fin, ante sus ojos, Tríbola. Jadar hizo detenerse a sus hombres, media centena de guerreros íberos sacaban pecho a su espalda.

- Ropas y armas lusitanas – el vigilante de la aldea sonrió. Levemente -. ¿Y qué suerte tendré yo al saber al servicio de quién están?
- Al servicio de los dueños de estas tierras – Jadar bajó del caballo, agachó ligeramente la cabeza -. Soy Jadar, hermano de Magilo.
- Ya, Magilo – el guardia afirmó sin prisa, agarró fuerte su lanza. Su tarea era conocer quiénes eran sus amigos y quiénes sus enemigos -. Creo yo que Magilo lidera una tribu amiga de Roma.
- Ambollo, al que sustituyó, lo hacía. Ahora mi hermano está obligado a seguir tendiendo la mano a los romanos para evitar que sangre nuestro pueblo. Pero me envía a mí a derramar la de Roma en su nombre – Jadar hizo un gesto, unos hombres detrás de él comenzaron a moverse.
- ¿Y quién se fía del que tiende una mano al amigo y la otra al enemigo? – el vigilante se puso nervioso, lanzó un grito de auxilio.
- No te fíes de mi palabra, hazlo de mis hechos – los hombres de Jadar extendieron todo tipo de objetos romanos frente al guardia. Entre ellos, había algunas manos amputadas. El hombre de Tríbola rió a carcajada limpia.

Jadar y los suyos tuvieron que caminar un poco más, y ya estaban cansados de tanto movimiento. Atravesaron un bosque, subieron una ladera y tras esperar que cayera el sol, fueron dirijidos a una cueva. Atravesaron el agujero en la roca como si fueran directos a las entrañas de una bestia. Unos pasos más adelante a través de angostas cavernas comenzaron a ver luz, la que emanaban las antorchas. Escucharon una voz grave, autoritaria.

- …y si es cierto que Roma se desangra, se acerca el momento de cortar su cuello – es Viriato, susurró el hombre que les guiaba señalando al dueño de aquellas palabras -. Y mañana daremos un golpe mortal.
- ¿Qué está ocurriendo aquí? – Jadar pudo deducir que era una reunión por la gran cantidad de íberos que había en aquella gran cueva, pero no podía saber para qué estaban allí.
- Mañana Viriato va a atacar a Roma con todas sus fuerzas, va a llevar a cabo uno de sus grandes engaños. Aquí se decidirá quién ataca y quién se esconde – en el centro, un hombre rajaba el vientre de un cadáver romano.
- ¿Quién ataca y quién se esconde? – Jadar estaba confuso.
- No se puede atacar a Roma de frente. Los dioses les favorecen, y les dan esas armas y esas armaduras tan extrañas. Pero se les puede engañar – el hombre sonrió recordando las víctimas de aquellos engaños -, se les puede engañar fácilmente. Ellos ven un íbero y corren detrás para degollarlo, entonces los otros se esconden y salen y el cazador resulta ser cazado.
- Demasiado fácil, puede que los romanos caigan una vez en el engaño – Jadar empezó a dudar de la genialidad que se presuponía a Viriato, esperaba algo más de él que ese simple truco, una mentira que podía funcionar alguna vez, pero no dar la victoria a largo plazo -. No caerán dos veces.
- Lo hacen, lo hacen – el hombre de Tríbola seguía riendo -. Lo hacen porque de verdad se lo hacemos creer. El corredor ya no huye, lucha hasta la muerte. Un romano no sospecha de alguien que no huye. Si alguien, pareciendo débil, ataca hasta la muerte, entonces el romano no espera ningún engaño.
- Espera… – Jadar torció el gesto -. Ya sé lo que intentas explicar. No se asoma uno, espera ser visto y echa a correr para que vayan detrás. Eso sería poco creíble. Ahora combatís, a muerte, y si huyen uno o dos hombres, lo hacen por la desesperación de saberse derrotados. Eso sí es creíble, y entonces el romano sí le persigue buscando el golpe final de la victoria.

Su interlocutor afirmó. Jadar giró la cabeza y vio a un hombre acercarse a él. Llevaba unos intestinos en la mano. Le miró fijamente, alzó las vísceras hacia arriba y gritó. Todos gritaron. Jadar tragó saliva al comprender. En aquellos intestinos se había profetizado quién tendría que ser el cebo en la siguiente batalla. Y le había tocado a él.

Juan paz te recomiendo que inclullas en el relato la tradición de los pueblos prerrománicos llamado la devocion ibérica en la que los soldados prometían morir por sus caudillos

Mola el proyecto, me apunto.

¡Saludos!

Escribo para avisar de que seguiré con el proyecto, pero ahora mismo me doy un tiempo porque... ¡por fin me han aceptado una propuesta editorial! Así que estoy dándole duro al borrador de uno de mis libros para darle salida y estaré al 100% con ello. Pero después seguiré aquí con esta idea que me sigue encantando

JuanPaz escribió:¡Saludos!

Escribo para avisar de que seguiré con el proyecto, pero ahora mismo me doy un tiempo porque... ¡por fin me han aceptado una propuesta editorial! Así que estoy dándole duro al borrador de uno de mis libros para darle salida y estaré al 100% con ello. Pero después seguiré aquí con esta idea que me sigue encantando

Me alegro mucho por tí, que tengas mucha suerte con ese libro ¡Ya nos contarás qué tal te fue!

Ocho meses después de mi último post, vuelvo al foro. Me veo obligado a ello. Como dije, lo abandoné temporalmente para centrarme en la publicación de un libro y... vuelvo para decir que... ¡ese libro ya tiene vida!

Tras muchas alegrías, enfados, ilusiones, desilusiones... al final, de una forma u otra, salió adelante. Podéis verlo en www.jonicaro.com.

Pero no es mi objetivo hacer aquí publicidad. Lo que quiero es compartir la alegría que tengo porque la semillita de todo esto está en Mount&Blade. Al M&B le debo gran parte de mi afición por la historia, fue el veneno que me enganchó para que me apasionara todo lo que tiene que ver con la historia.

Y en honor a esa afición, ahora soy escritor. Lo que le debo a este gran juego...

En fin, volveré a él y en consecuencia a este foro en cuanto saque algo de tiempo. Sólo quería postear porque sentí que esto se quedó a medias. Continuará, en la medida de lo posible.

Un saludo, compañeros de campaña.